Después de cinco días caminado sólo por el Camino, por fin me encuentro
con peregrinos y cada uno de su padre y de su madre. Un Cordobés que lo había
empezado 23 días antes desde la puerta de su casa; un leones haciéndolo a
caballo desde Puebla de Sanabria y un Coreano que llevaba más de 30 días entre
los Caminos.
Cuando caminas en grupo, cambias la concepción de las
etapas, te sueles adaptar más a las necesidades del grupo que a las propias,
las paradas se suelen hacer más largas y se disfrutan mucho más, y en los
albergues puede pasar de todo, como un improvisado cumpleaños con queimada
incluida. Eso sí seguramente, cuando vayas a intentar dormir, tengas que echar
mano de los tapones para los oídos.
En estas etapas hacia el fin del mundo se pasa por alguno de
los parajes más bonitos que he visto en todos los Caminos que he hecho, pero
también hay que reconocer que ya tan sólo el primero de estos últimos tres días
pisé más asfalto que en los cinco anteriores
En estos últimos días la lluvia sigue siendo la tónica diaria,
aunque el penúltimo día la cosa se pone bastante chunga.
La ciclogénesis explosiva Qumaira decide acompañarnos
durante casi toda la jornada. Apenas pude sacar fotos de ese día, no había
llevado la carcasa de inmersiones porque no pensé que me fuera a hacer falta.
Creo que nunca llovió tanto sobre mí y de tal manera como
ese día. El viento meneaba los árboles como si fueran de papel y zumbaba entre
ellos como si realmente el fin del mundo estuviera cerca. Los caminos ya no
eran caminos, eran auténticos ríos. Era casi imposible encontrar algún punto
sobre el que pisar en el que no te metieras en 20 centímetros de agua. Ni
impermeables, ni gore-tex ni siquiera plastificarse hubiera valido para nada,
íbamos completamente calados. Llegamos a plantearnos dejar de Caminar, pero ya
por la tarde, Qumaira, nos dio algo de tregua y pudimos llegar a Muxía.
Pero este nefasto día dio lugar a un impresionante día
siguiente, en el que pudimos ver la demostración de poderío de un temporal en
A Costa da Morte. Si no tuviera que llegar a Fisterra para acabar este Camino,
me hubiera quedado todo el día contemplando el espectáculo.
Tengo que agradecer a Consuelo del bar O’Xardín que nos insistiera sobremanera en que
fuéramos por el Santuario,que aunque hiciéramos algún kilómetro más, nos iba a
merecer mucho la pena. Hubiera sido un error no haber ido por allí.
… y después de 8 días, 238 kilómetros y unas branquias que
tuve que desarrollar, llegué a Fisterra, el destino final de esta caminata.
De este viaje me llevo
la agradable sorpresa de descubrir el Camino Inglés, un Camino del que no me
esperaba demasiado y que terminó sorprendiéndome y de poder haber vivido A Costa da Morte en toda su esencia.
Amanece sobre Negreira
Atemporalidad
Seica chove
Atemporalidad II
Por la Carretera
En la lontananza
Por el medio del monte
Sigue el camino
Entre leiras
Embalse da Fervenza
A menos de 42 km del fin del mundo
Hórreo el en albergue de Olveiroa
Queimada
Fiesta de cumpleaños en la cocina del albergue
después de una Queimada
Devorando kilómetros
El equipo
Playa dos Muiños
Muxía
Desde la playa de Espiñeirido
Paseo Marítimo de Muxía
Cabo Vilano desde Muxía
Faro Punta da Barca. Muxía
Qumaira
Qumaira en el Faro Punta da Barca. Muxía
Qumaira Vs
Muxía
Por A Costa da Morte
De camino al fin del mundo
Concha de doble dirección
Caballero
Fisterra a la vista
Últimos metros
Fisterra, al fin
Playa de Langosteira. Fisterra
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