Cuando te dedicas a caminar por el monte durante varios días seguidos, una de las cosas más importes es el calzado. Es muy importante tener unas buenas botas. Usar unas nuevas sin domarlas antes es asegurarte unas buenas ampollas y rozaduras. También es muy importante que sean impermeables y que transpiren, porque te va a tocar atravesar mucho barro, mucha agua e incluso nieve.
Aunque todo tiene su límite, si lleva lloviendo sobre ti ocho horas seguidas, te pusiste de barro hasta las orejas y cruzaste tantos charcos que te hubiera compensado ir a nado, es normal que entre "humedad" en las botas. Meterles periódicos dentro, funciona realmente bien para que se sequen, pero si a tus botas le entró tanta agua que ni los periódicos la secan (puede ser que te metieras en un charco hasta la rodilla, a veces pasa), una solución para caminar con las botas mojadas es ponerte bolsas en los pies sobre los calcetines. El pie no transpirará demasiado, pero la humedad de la bota tampoco pasará al calcetín ni al pie. No es glamuroso, pero podrás caminar con las botas mojadas ese día sin demasiadas penurias (gracias Pedro por enseñarme este truquillo).
Otro cutretruco: para no gastarse dinero calcetines sin costura, coge los que ya tengas y dales la vuelta, así la costura quedará para fuera y ya no te molestará en los dedos.
La etapa de hoy fue una verdadera rompepiernas, creo que no hubo ni momento en los casi 27 kilómetros que se caminara en llano. Además, la nueva compañera de camino, la lluvia, estuvo presente en varios tramos de la etapa.
Lo que se agradeció fue que, a pesar de ir paralelo a la carretera general, hubiera caminos de tierra para no tener que ir por el arcén. Lo que si se debería mirar es lo de los cruces del Camino con la carretera general, porque con una mochila de unos cuantos kilos y con decenas de kilómetros en las piernas, no es muy fácil echar a correr cuando te la hacen cruzar cerca de una curva o un cambio de rasante.
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